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lunes, 25 de junio de 2012

La oscuridad en los cómics de superhéroes actuales


Pues bien, viendo el otro día el documental DCU: El nuevo mundo, que aparece entre los extras de la película animada Liga de la Justicia: Crisis en dos Tierras, se me ocurrieron un par de cosas que bien valen una pequeña reflexión. Al inicio del documental, Dan Didio, vicepresidente ejecutivo y editor de DC Comics, declara que hace unos años intentaron llevar al mundillo de los superhéroes la sensación de terror al contemplar al ejército armado en las calles de Manhattan tras el 11-S. Vamos, que intentaron trasladar a los tebeos el síndrome post 11-S. Esa misma idea es ya, para mí, un error de apreciación: a juicio del que escribe, precisamente los superhéroes como figuras de ficción deben estar por encima de ese "terror" que menciona Didio, y por encima de esas figuras militares. No deben inspirar terror, sino total confianza: deben moralizar, animar, motivar a la gente, darles esperanzas.

Viendo el documental tenía la sensación de que el señor Didio está obsesionado con el 11-S, y por eso sólo quiere superhéroes violentos, militarizados, terroríficos. Así, a fin de cuentas los superhéroes post 11-S resultan ser más oscuros y violentos aún que los de los 90 (que se han estado nombrando como paradigma de tales defectos hasta ahora). Diera la impresión de que nuestros (¿otrora?) amigos encapuchados aún no hayan superado la tragedia del 11-S (fuera provocada por quien fuera provocada, ahí hay teorías múltiples, conspiratorias o no, y ahí no voy a meterme).


Así, Didio, hablando de los superhéroes dice que su función es "cambiar la vida de la gente". Pero ¿por qué cambiara? ¿Quiere la gente que cambien sus vidas? ¿O más bien quiere un poco de tranquilidad y no tanta bipolaridad belicosa? Eso me hizo darme cuenta de que los superhéroes actuales (repito, los de los tebeos) ya no piensan como yo, en su mayoría, porque las mentes que hay tras ellos no piensan como yo. Los superhéroes de mi época, de mi mente, detendrían con sus propias manos la invasión de Irak para acabar con las tensiones mundiales. Éstos no lo hacen. Detalles como ese o el hecho de que no se hayan pronunciado respecto al movimiento Occuppy Wall Street dan actualmente un cierto tufillo fascistoide a estos personajes que, en otra época (la que me tocó vivir de pequeño) representaron en mayor medida valores más reivindicativos socialmente, porque fueron guionizados por antiguos hippies como Neal Adams o Len Wein. Todos recordamos a ese Green Lantern recorriendo EEUU en Jeep denunciando la injusticia social, el racismo y la especulación (levantando del pescuezo a ese tipo de personajes que hoy se sabe que provocaron la Crisis actual en lo económico). Sin embargo, el Green Lantern de hoy no cuestiona ni una sóla orden de sus superiores y el Cuerpo de GL se parece más al de los marines que nunca. De indignado a soldado hay un trecho, y éste ha sido recorrido y sobrepasado por los superhéroes.

                                           Cuando Green Lantern molaba.

Visto de esta manera, el espíritu pesimista y derrotista (el síndrome post 11-S) de gente como Didio, es lo que ha hecho a estos antaño luminosos y esperanzadores arquetipos depresivos y violentos. Pregunta Didio "¿Qué hacer cuando lo has perdido todo, cuando todo en lo que creías ha desaparecido?". Pero yo pregunto ¿qué han perdido? Todo no, eso seguro. Con la guerra que se montó más bien salen ganando. El mensaje de Didio es demasiado derrotista, catastrofista, lo cual genera una cierta paranoia defensiva, militar, una tensión en los personajes que parecen mñas que nunca desquiciados, perdidos, sin identidad.

Se habla también de la historieta Identity Crisis como un "análisis psicológico del superhéroe, una deconstrucción del superhéroe". Personalmente, y aunque me entretuve con la lectura de esa obra, me parece una valoración pretenciosa, pues todo eso ya se hizo en Watchmen, y bastante mejor.


Como síntesis y conclusión de lo dicho, los superhéroes americanos harían bien en ir superando el terrible evento que sacudió al Mundo el 11 de Septiembre de 2001, para volver a alentar a la gente. Pero no parecen superarlo porque están guionizados por personas de carne y hueso que son temerosas. Visto así, los superhéroes hoy en día no están. No existen.

Basta por hoy.

                                                La escena de la violación de Sue Dibny

viernes, 22 de junio de 2012

Ryuichi Sakamoto: Feliz Navidad Mr. Lawrence

El otro día hablé de momentos de eternidad en los paréntesis instrumentales de Golden Brown de los Stranglers. Pues bien, esto de ahora sería un momento de eternidad completo, del primer al último segundo. Se trata de la banda sonora compuesta por el maestro Ryuichi Sakamoto para la película Feliz Navidad Mr. Lawrence (Merry Christmas Mr. Lawrence), con David Bowie como protagonista.

Conocí a Sakamoto gracias al líder del grupo francés Orwel, Gerome, de mi familia política (http://www.myspace.com/orwellfrenchband). Y la verdad es que no puedo sino estarle agradecido por descubrirme el talento y la sensibilidad de este japonés. Este temazo rezuma esa melancolía tan rematadamente japonesa que puede también apreciarse en compositores como Joe Hisaishi (compositor de muchas bandas sonoras de Studio Ghibli) o Nobuo Uematsu (autor de las partituras de muchos Final Fantasy):



El buen hacer oriental.

Aplicación de los superhéroes al aula

¡Saludos! Éste es un pequeño debate que mantengo con el bueno de Pedro Cifuentes, profesor de Geografía e Historia en Secundaria y autor del muy recomendable blog "En clase no se dibuja". En él, Pedro destaca las virtudes de los tebeos de supertipos y cómo aplicarlos a la Educación Secundaria. Yo, simplemente intento poner algunos "peros" y "porqués" (firmo como Scott Free). El debate está servido, y tiene ciertas connotaciones políticas, además de morales. ¿Qué opináis vosotros? Aquí el mensaje de Pedro y los comentarios al mismo:

http://lapatrullaxsiempregana.blogspot.com.es/2012/02/supertipos.html

De paso, daos un paseo por su blog, que no tiene desperdicio.


jueves, 21 de junio de 2012

Películas y series animadas, lo mejor del Universo DC.


Las autoridades científicas acreditadas desconocen la causa, pero me está pasando algo extraño. Veréis, llevo como 3 años sin leer tebeos de superhéroes (lo sé, hablo como un ex-adicto; el caso es que dejó de interesarme su continuidad actual, o falta de ella) y ahora resulta que me estoy enganchando a las películas y series de animación de Warner/DC. En serio, les dan mil patadas a los tebeos actuales de este género. Sea la serie animada de Bruce Timm sobre la Liga de la Justicia, la serie The Brave and the Bold en que Batman comparte cada episodio con un personaje diferente, los cortos como el del Espectro o los largometrajes animados como Enemigos Públicos de Batman y Superman... todos ellos rezuman un aire clásico, un toquecillo retro, así como un conocimiento enciclopédico del medio (personajes, tramas, conceptos...), tanto en lo argumental como en lo estético. Para cualquiera que ha leido comics de estos personajes son una verdadera gozada, pero es que me atrevo a afirmar que para cualquier ajeno al mundillo han de ser bastante entretenidas, porque juegan con conceptos interesantes que se pueden extrapolar a asuntos más tangibles, a sensaciones muy humanas. 

Ayer mismo terminé de ver la película de animación Crisis on Two Earths (comprada en la FNAC) junto con un doble episodio de la Liga llamado A Perfect World, y me dí cuenta de que hacía mucho tiempo que no me lo pasaba como un crío con esos personajes. De alguna manera reviví lo mejor de ellos, algo que yo había pensado que habían perdido (que, de hecho, han perdido en gran medida en los comics). Frescura, identidad, personalidad. Por ejemplo, en el dobre capítulo mencionado, los superhéroes aparecían como símbolo de un estado policial, encarnación de la paranoia defensiva que bien recuerda a la paranoia anticomunista o, habría que decir hoy, a la post-11S norteamericanas. Se atreven a poner en la Casa Blanca a un villano: Lex Luthor, insinuando así la posibilidad de que el mal se encuentre en el propio sistema, en la política. Todo ello en una Tierra paralela a la nuestra, donde Superman (símbolo de los EEUU; por cierto, ¿se pueden asociar con tanta facilidad ambos conceptos? ¿no deberían estar estos arquetipos por encima de banderas y matices políticos?) no duda en usar la fuerza letal, traicionando sus principios originales. Pero allí está la Liga de nuestra Tierra, la buena, para recordarles que la vida en sí es caótica y así hay que aceptarla, que no podemos controlarlo todo, y que hay que dejar a la gente elegir (incluso si servidor piensa que la democracia actual es bastante de postín). Esos son los valores inocentes que quiero que los superhéroes transmitan, y así lo hacen en estas series y películas, como lo hacían en los comics que leia de pequeño. Incluso si puedo ponerles varios "peros", como el hecho de que el presidente que ruega a Superman que permita las nuevas elecciones democráticas sea Bush Junior, un tipo que casi seguro manipuló las suyas para salir elegido por segunda vez... O el hecho de que al final del episodio Superman (el bueno) levante una bandera estadounidense caida para ponerla en su sitio, identificando así los buenos valores por los que lucha la Liga con ese país, un país sobre el que puede decirse mucho, tanto bueno como malo, país que curiosamente no duda en usar la "fuerza letal" (como el Superman malo) si sus intereses están en juego...
Pero todo eso se disipa y se perdona cuando la interacción entre los personajes es adecuada y se cuentan historias interesantes con crítica a medios fascistas de trasfondo. Eso les excusa completamente.

La pregunta entonces es... ¿Qué están haciendo en la editorial de comics DC para que las películas de dibujos sean infinitamente mejores que los propios comics, su producto estrella? La repuesta, espero, en un post venidero sobre la que creemos mala influencia del señor Dan Didio (vicepresidente y co-editor) en la susodicha editorial.

Mención especial merece el cortometraje de The Spectre que se incluye entre los extras del DVD de Crisis en Dos Tierras (que como veréis va cargadito... muy recomendable). Totalmente tarantinesco, con un aire setentero de producción de seie B (esas motillas blancas que salpican continuamente la pantalla, como un filtro grasiento), sorprende gratamente el tono de cine negro (la voz en off, el policía solitario, el aire cínico y desencantado) y la sorprendente conclusión de la historia (no me esperaba que fuera tan... gore). En fin, por algo llaman al personaje el "espíritu de la venganza". No, no es que crea en la venganza, pero de nuevo, cuando una historia está bien contada, por lo menos entretiene. Que ya es bastante.

                                                  Las versiones alternativas de los personajes.

                                 Los supers en la Casa Blanca. Debe ser que hay malosos allí...


                                               El Búho, versión malvada de Batman, muy logrado.


                                                  El mencionado Espectro, protagonista del corto.

lunes, 18 de junio de 2012

The Stranglers: Golden Brown

Versión en directo del mítico tema de The Stranglers, interpretado en el Albert Hall por una de las más recientes encarnaciones de la banda (se ve claramente que el cantante no puede ser el del videoclip original, porque el cantante de aquel parecía incluso mayor ya en los 80 que el que aparece ahora; por cierto, que el nuevo cantante no desmerece un ápice).

Este tema contiene una especie de misterio; una calma, un aire sosegado, sobre todo en los "intermedios" instrumentales. Este tema contiene lo que yo (y muchos) llamo (llaman) "momentos de eternidad", si atiendes un poco puedes contemplar el infinito en unos pocos segundos. El videoclip es tan deliciosamente kitch. La forma de cantar es tan rematadamente flemática y serena. Trasciende. No sé cómo, pero trasciende.

Aquí el tema en directo con orquesta:


Y aquí el videoclip original:



El minuto final es semidivino. La calma en un tema de pop. La tragedia. La sencillez. La vida.

Aclaraciones: El cantante del videoclip original es Hugh Cornwell, nacido en 1949. El del concierto debe de ser Paul Roberts, del 59, y en realidad tampoco figura actualmete entre los integrantes de la banda.

Re-aclaraciones: Según la teoría más extendida por la red, Golden Brown habla sobre la heroína.  Si escuchamos la letra, bien podría estar describiendo la sensación de ir puesto. En ese caso, agradezco el hecho de poder disfrutar de esa sensación de serenidad contemplativa que transmite el tema, sin necesidad de contacto alguno con la mencionada droga. Reza la letra:

De color ocre, de textura como el Sol,
me posee, se lleva mi mente.
A través de la noche,
es en vano luchar,
nunca hay un mal gesto  (frown*) con ella.

Cada vez cómo si fuese la última,
en su barco atado al mástil.
Hacia tierras lejanas,
me toma de la mano,
nunca hay un mal gesto con ella.

Ocre, la gran tentadora,
A través de los tiempos directa hacia el oeste.
Desde lejos, se queda por un día,
nunca hay un mal gesto con ella.

Nunca un mal gesto (nunca un mal gesto), nunca un mal gesto (con ella).
Nunca un mal gesto (nunca un mal gesto), nunca un mal gesto (con ella)
Nunca un mal gesto (nunca un mal gesto), nunca un mal gesto (con ella)
Nunca un mal gesto (nunca un mal gesto), nunca un mal gesto (con ella)
Nunca un mal gesto (nunca un mal gesto), nunca un mal gesto... 


*Frown: Ceño.

lunes, 11 de junio de 2012

Recortes en Educación: Sí / No / A veces...

 

Escribo este mensaje a tenor de un comentario que escuché el otro día de boca de un vecino. Estaba yo sacando al perro (los vecinos nos juntamos en el parque para que los perricos jueguen un rato) cuando se me ocurrió, en mala hora, comentarle a un compañero (profesor de Tecnología: Javi, aún te debo esos comics de World War Hulk) que había proyectado una película en clase (ver la anterior entrada Visionado de Watchmen en clase). Al oir aquello, un par de contertulios del círculo canino se unieron enérgicamente a la conversación, destacando que "así cualquiera da clase", que "no me extraña que os recorten" o que "vaya vidorra que os pegáis". Pues bien, he de dejar claro que yo personalmente pierdo más tiempo y energías en una sesión con proyección de película que en una sesión normal de clase. Porque si voy a ponerles una película, primero tengo que seleccionarla bien, acorde con los contenidos (no va a ser American Pie), tengo que llevarme todo el equipo (portátil, altavoces, cables), instalarlo rápido antes de que lleguen al aula los alumnos para que de tiempo a verla entera, tal vez robar una sesión a un compañero (Watchmen la vimos robando una hora a la profesora siguiente, hora que yo tenía libre, por cierto...), hacer una introducción a la película, pasarles un cuestionario-examen que he diseñado el día antes para que lo vayan respondiendo conforme ven la película, llevarme a casa esos cuestionarios, corregirlos, poner las notas, etc. Sin mencionar las llamadas de atención si los alumnos están interrumpiendo (a veces se relajan más cuando hay actividades de ese tipo y no los tienes trabajando). Con lo que no, para mí la proyección de una película no es "irme de rositas" ni mucho menos. Reto a cualquier charlatán a que mantenga tres sesiones en esa tesitura.
Y esto entronca con el bulo generalizado del profesor como una especie de "almorzador profesional que se da unas vacaciones de toma pan y moja", bulo de nuestro gobierno que cada vez más gente se cree. Veréis, yo me levanto a las 6:15 cada mañana (menos una) y llego a mi casa a las 16:00 a comer (ya sin hambre, claro). Luego saco el tiempo que puedo para corregir exámenes, actividades o trabajos, preparar las clases del día siguiente, diseñar exámenes, escribir unidades didácticas para el Departamento, escribir Memoria, preparar tutorías y poner las faltas de asistencia por internet; lo que me da tiempo antes de sacar al perrillo a pasear, para poder escuchar comentarios privilegiados e inteligentes en el parque. Por lo que mis jornadas empiezan a las 6:15 y acaban sobre las 20:00 cada tarde-noche, y eso porque decido parar y no obsesionarme con el trabajo, porque podría seguir y seguir, y rellenar todo lo que se puede rellenar y adelantar todo lo que se puede adelantar. Visto así (porque te lo estoy contando yo, que soy profesor) es una jornada algo maratoniana. Pero todo ese trabajo extra de las tardes no suele conocerse mucho desde fuera. Luego está la intensidad de cada una de las horas impartidas en el instituto por la mañana. Una hora de un profesor puede ser, creedme, realmente intensa; puede ser casi literalmente una pelea de uno contra 30, en que hay que estar con los 5 sentidos (o los 6, si visteis Los Caballeros del Zodiaco y descubristeis el sexto) alerta y usar todos los recursos de que uno dispone. En una hora se gastan muchas energías. Normal que a estas alturas del año (junio) los profesores estemos agotados y necesitemos vacaciones. Hey, tema vacaciones. Nuestros "clientes" son los alumnos, y los alumnos no tienen clase en verano (lo cual es lógico, porque vuelvo a retar a cualquier parlanchín a que intente meter a un grupo de chavakes en un aula a 38 grados sin aire acondicionado, en un aula donde además anidan murciélagos y huele a rancio). Así que por eso no damos clase, porque los clientes están de vacaciones. No obstante, trabajamos hasta que acaba Junio, y el restoi del verano hemos de estar disponibles para la Consejería de Educación por si hacemos falta para cualquier cosa.
Luego hasta es posible que en Septiembre esté deseando volver al curro, pero os aseguro que a finales de Junio la situación es cuasi dantesca en las aulas (dependiendo de los grupos que uno tenga) y que uno siente que se ha ganado las vacaciones. Sea como sea, si a alguno le parece tan cojonudo lo de ser profe por las vacaciones, sólo tiene que pasar una cosilla que se llama "oposiciones". Ahí están. Enga, pasa, hombre, inténtalo.
Dicho todo esto, personalmente no voy a hablar de Sanidad porque no soy médico ni enfermero. No voy a hablar de Justicia porque no soy juez ni abogado. No voy a hablar del Cuerpo porque no soy policía. Por ello personalmente pido que se hable con conocimiento de causa y que se respeten los trabajos y méritos ajenos. Para no tener que escuchar rebuznos en el parque. Ni en ningún sitio. Al menos, no en presencia mía.



miércoles, 6 de junio de 2012

Visionado de Watchmen en clase





 Bien. Teniendo en cuenta que el verano está aquí encima, que con estos calores cuesta captar la atención de los alumnos, que las notas están prácticamente puestas, que hemos cubierto la materia que quería cubrir desde el principio (llegar hasta Franco) y que mis alumnos de 2º de Diversificación se lo han ganado a pulso, hace unos días decidí hacerles un regalo entre lo curricular y lo extracurricular: El visionado de la película Watchmen (Zack Snyder, 2009). Digo extracurricular porque trata sobre tipos en mallas, lo cual es bastante ficticio, y digo curricular porque tiene como telón de fondo la Norteamérica de los 80 inmersa en plena Guerra Fría, con detalles explícitos sobre el asunto. Pues bien, a pesar del calor, la falta de aire, la duración de la cinta y el olor a murciélago (sic), los alumnos de 2º de la Diver del IES Arzobispo Lozano de Jumilla (Murcia) pudieron disfrutar durante 3sesiones de la película basada en la novela gráfica de Moore, y he de decir que, tras haber tenido mis miedos y dudas, la experiencia fue un éxito total: No sólo los alumnos estuvieron atentos durante todo el metraje, sino que respondieron, en su mayoría, a la perfección, al cuestionario que les pasé sobre detalles del film, en el que les pedía que mencionaran y analizaran los elementos de la Guerra Fría que aparecían en él (Vietnam, Nixon, la escalada armamentística, el peligro nuclear, el espionaje internacional, el movimiento hippie, etc).
Lo más gracioso fue que uno de los alumnos me preguntó más tarde si de verdad a JFK lo mató "El Comediante". La pregunta no es baladí, y es que tuve que responderle que, si bien El Comediante es un personaje totalmente ficticio, tampoco es descabellado pensar que al bueno de JFK lo matara su mismo país, igual que a cierto hippie anti-guerra de Vietnam que lideraba un grupo de pop y se hacía fotos desnudo en la cama con su mujer oriental.
Benditos alumnos.

martes, 5 de junio de 2012

Me and Mr. Miracle




           

 Mister Miracle es, de largo, mi personaje favorito de DC Cómics (¿o debería decir de Jack Kirby?, porque esto es como decir “Let It Be es mi canción preferida de… Apple Records”). Considerando que se trata de uno de los pilares del célebre “Cuarto Mundo” del rey del cómic y el enorme potencial que ostenta como personaje de ficción, éste es mi particular pequeño homenaje al bueno de Scott Free:
Mi primer contacto con MM se dio en la serie limitada que fue publicada en España en el 90 o 91. Se seleccionaron estos números del volumen II de la serie americana por su especial calidad y carisma, y a nuestro entender, fue una acertadísima decisión. En ellos, el joven Scott Free, con su traje multicolor (rojo-amarillo-verde), se enfrentaba a múltiples situaciones cada cual más hilarante: Un encontronazo cósmico con el peligrosísimo Lobo (enfurecido por el robo de sus mascotas, dos delfines espaciales), una visita al terrible (y anti-higiénico) planeta Apokolips, una aventura en miniatura, el incompetente conquistador interestelar Manga-Kahn, y un asunto relacionado con un enorme cargamento de cajas de detergente “Mister Miracle” que nadie sabe dónde colocar. También se le veía en la serie regular de la JLI, haciendo equipo con Blue Beetle, Booster Gold, Gardner y compañía, dando (aún más) color al grupo y un toque de sofisticación y tecnología (como sabéis, MM es un as de los circuitos y los chismes). Me encantaba verlo con su capa verde sobre aquellos discos volantes en sus pies, acompañado de su enorme y bella mujer, Barda, y de su cómico y cascarrabias “asistente”, el pequeño Oberón.
Pero pasaron los años y la ineludible “crisis adolescente” me sobrevino, rechazando todo atisbo de “infantilidad”, y además coincidiendo con la conocida por muchos como “crisis de los 90” (especialmente tangible en el mundo del cómic). Así que pasan los años y, ya entrado en la veintena, redescubro al personaje en la joyita que es Kingdome Come, egregio futurible elaborado por Alex Ross y Mark Waid (y que ha dejado una enorme huella en DC Cómics, ya que, si os fijáis, todos los diseños e ideas actuales de personajes se dirigen lenta e indefectiblemente hacia KC, aunque en su momento se calificara de “mundo alternativo”, definición que por sistema se le da en DC a los buenos cómics). Aquí, Scott Free, aparece como maduro maestro de prisiones, luciendo barba similar a la de su mentor cuando llegara a la Tierra, Thadeus Brown.
Poco después, por pura nostalgia y con afán recuperador y completista, me hago con todo el material de MM que puedo: Para empezar, recupero en una feria del libro los mencionados números publicados en España por Zinco en forma de miniserie pertenecientes al Justice League Special #1 (1990) y a 7 números del vol. 2 de MM en USA (#13-19, 1990) , que unos años antes habían terminado en la basura por un asunto de reformas caseras mezclado con la más arriba mentada “Crisis del Acné Infinito”. Recuperados, leí esos números con devoción, esta vez fijándome más en el hilo argumental (de pequeño me quedaba en la parte gráfica y poco más… ¡y me bastaba!). Entonces, continuando con esas ansias completistas, me hago con el resto del vol. 2 y con el vol. 3 de MM, todo material original enviado de USA en bastante buen estado (“near mint”,  dicen ellos). Descubro con agrado que el resto del vol. 2 es casi tan bueno como los números sueltos que ya conocía, y me regocijo leyendo la sección de correo del final de cada tebeo, donde jóvenes norteamericanos vitorean cada mes las aventuras de Scott en el mismo y contagioso tono cómico de éstas. Me destornillo contemplando al mismísimo Highfather, progenitor de Scott, quedarse prendado con un televisor en su visita a la Tierra para ver a su hijo (Father´s Day, Marzo del 89), o a Blue Beetle y Booster Gold dejándose caer por casa de la parejita para saludar… con catastróficos resultados (Just another day! y With An Ivo Here, An Ivo There, An Ivo, Ivo Everywhere...!, de Agosto y Septiembre del 89). Cómo no, el Sr. DeMatteis anda por ahí, en los créditos. Y Len Wein, y Joe Philips. Descubro también, con ilusión, los descoloridos anuncios de videojuegos de la NES que jalonan esas páginas, presentados a bombo y platillo como grandes novedades, mostrando pantallas con unos pocos píxels y colores como si de fotogramas de Avatar se tratase, prometiendo una revolución en tu salón (ay…esos juegos).
Por fin me decido: Sí, adquiero el número 1 de Mister Miracle (MM Vol. 1 #1, Marzo-Abril de 1971: Murder Missile Trap), todo un tesoro sentimental y artístico para mí. El momento de la apertura del paquete recién llegado trasciende lo ya de por sí ritual del evento, tomando un cariz entre mágico y arqueológico pocas veces experimentable. El número se conserva muy bien y multitud de anuncios en blanco y negro para ponerte cachas por correspondencia o recibir esas soñadas gafas de visión de rayos-X, acompañan el ahora descolorido arte de Jack Kirby. El contacto es casi místico: Por unos instantes, me siento un poco más cerca de Kirby, y la magia y la energía que derrochan esas páginas se desborda y rebosa el papel. Tengo la impresión de comunicar durante milésimas de segundo con el chaval que leyó ese tebeo a principios de los 70. Por si acaso, lo cierro.
Evidentemente, estos primeros números resultan más caros, por lo que voy muy poco a poco completando la colección, cuando Planeta empieza a publicar en España el mítico “Cuarto Mundo” de Jack Kirby. Aunque en blanco y negro, para mí es un material valiosísimo, y así freno mi cara empresa completista transoceánica. Me hago con los 10 volúmenes españoles, mes a mes, lleno de ilusión. Ya tengo todo el Vol. 1 de las andanzas de Scott Free. Ahora puedo leerlas sin preocuparme de doblar demasiado una página o simplemente de respirar demasiado fuerte. Ahora hago historiografía, no arqueología.
Así pasa un tiempo, y aparte de colaboraciones esporádicas del personaje en algún número de la JLA, su aparición más sonada es en el Seven Soldiers: Mister Miracle (2005) del genial Grant Morrison, publicada en España por Planeta. Pero en esta ocasión no se trata de Scott: Viste el multicolor traje (maravillosamente rediseñado a la postre, sin capa y con sutiles variaciones que conservan la vistosidad del original) Shilo Norman, personaje afroamericano que ya apareciera en los volúmenes anteriores y al que Scott había tomado como pupilo. En esta  oscura y surrealista historieta, Grant Morrison consigue sintetizar la quintaesencia del personaje (sea Scott o Shilo) en una frase pronunciada por el héroe escapista en un momento de pura negrura: “Sea lo que sea lo que te retiene, estés donde estés, por muy difícil que parezca: ¿Qué tal si tú y yo escapamos juntos?”.
Me quedo con muy buen sabor de boca, pero aún me falta ver a Scott (para mí el genuino MM), saber qué es de él hoy en día. Hace poco, la respuesta llega de sopetón. En Death Of The New Gods (2008), Jim Starling escribe y dibuja (tal vez no muy inspiradamente: Scott parece raquítico, y Superman se asemeja escandalosamente a Manolo Escobar con ese peinado; parece un cómic dibujado hace 20 ó 30 años) una historia que pone fin (por el momento) a todo el Cuarto Mundo, terriblemente mal combinada con Final Crisis, en que Metrón aparece vivo, así como Darkseid. Pero al menos aquí el gran maestro de las fugas obtiene el protagonismo y papel que le son connaturales: Scott se muestra como la última resistencia contra aquello que está acabando con los Nuevos Dioses, y armado con la ecuación de la Anti-Vida, le hace frente. Cegado por la ira, acaba pereciendo, pero no sin recibir un obituario de lo más adecuado de parte de Metrón: “Scott era la personificación de la lealtad. Tenía el corazón más puro de todos nosotros”. No creáis que no me dolió su muerte. Pero, pensándolo bien, ¿quién mejor que Scott Free para escapar de ella? Algo me dice que tarde o temprano volverá.
Recientemente hemos podido ver a Shilo Norman vistiendo los colores de Mister Miracle durante la Crisis Final, donde se une a un grupo de jóvenes y pintorescos héroes  que recuerdan poderosamente a los Jóvenes Eternos en su bólido. Grant Morrison anticipa aquí lo que podría ser el Quinto Mundo de DC, ahora mucho más terrenal. Y hasta aquí mi relación con Mister Miracle (hasta hoy), un personaje que alegra la vista y alienta el espíritu.
Tipo sencillo, humilde y tranquilo, pero lleno de talento y recursos, seguiremos con ansia su evolución en DC Cómics. Todo lo que quiere es organizar barbacoas con sus amigos en el jardín de su casa y pasar tiempo con su espectacular esposa… ¿cómo no identificarse con él? Un tipo genial con un traje genial… What can you say?

El nombre del blog

¿Por qué La cicatriz de Yamcha?



Tiene que ver con lo que yo llamo "el buen hacer oriental". En cierto episodio de la celebérrima serie de animación japonesa del maestro Akira Toriyama, Dragon Ball, con motivo de la celebración del tercer torneo de artes marciales al que asistimos con los protagonistas, éstos se reencuentran tras meses de duro entrenamiento en solitario. Todos han sufrido ciertos cambios, por ejemplo Goku ha crecido mucho, pero el más cambiado es Yamcha, que aparece con una enorme cicatriz (de hecho son dos, una en forma de cruz en una mejilla y otra vertical en el ojo) y pelo largo. Nadie nos explica cómo se hizo esa cicatriz, simplemente nos la muestran y dejan que cada uno imagine libremente cómo pudo ser. Y ese detalle que parece tan nimio, el dejar siempre un pequeño hueco para el misterio, el dejar preguntas sin responder intencionadamente, es una técnica muy japonesa, muy de autores de manga y anime. Una técnica que forma parte de la magia que rezuman estas obras del Lejano Oriente. El no mostrar todo, una apuesta por la abstracción, frente a la concreción y explicitud a veces exacerbadas del estilo occidental. El dejar algo sin contar, no por falta de oficio sino por buen gusto, elegancia, intención de generar un cierto misterio y sensación de maravilla. La fe en la idea de que no todo se puede explicar con detalle. El dejar lugar para la abstracción, para que trabajen nuestras neuronas. A veces no hay que hacerse demasiadas preguntas, simplemente hay que maravillarse, claro que para ello el producto que consumimos debe ser mínimamente digno. En este caso, servidor vió la serie con devoción en sus años preadolescentes. Y Yamcha siempre me cayó simpático. En primer lugar, porque al inicio era un libertino, un rebelde, un pirata que vivía libre en el desierto junto con su amigo Puar. En segundo lugar porque se enamoró de Bulma como todos nosotros. En tercer lugar (qué digo en tercer lugar, esta es la más importante) porque era un segundón, pero uno de esos segundones bien paridos, bien diseñados, como el Caballero de Andrómeda en Saint Seiya o Daredevil en el mundillo de los comics de Marvel. Un segundón de lujo. En cuarto lugar porque no era el más fuerte, y demostraba una aceptación de la situación de superioridad de Songoku y compañía que le confieren mucha madurez. También porque recibía como un cosaco, tenía la negra, siempre perdía, incluso fue el primero en morir. En definitiva, porque era un perdedor como la copa de un pino. Perdia todos los combates y perdió hasta a la novia, Bulma. Pero qué fantástico perdedor. Qué pose, qué sonrisa. Y qué cicatriz tan vacilona. Desde aquí le mandamos recuerdos, esté donde esté.

El buen hacer oriental.


Inauguración

¡Hola a todos!

Inauguro este mi diario de navegación con el simple fin de dejar constancia de las pequeñas ideas que van surgiendo en el día a día, para que no caigan en el olvido y lleguen, en el mejor de los casos, a crear un discurso mínimamente coherente.